🔥Una noche con Rob – Relatos Gay 1
- Azul

- 29 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 sept
Entre mis tantas pedas, hay una que nunca voy a olvidar, porque de todas las borracheras que tuve, esa fue la que más me marcó, no tanto por lo que pasó, sino por quién estaba conmigo. Yo tenía un amigo que me encantaba, era de esos camaradas con los que siempre te juntas a echar trago, a desvelarte y a vivir momentos que se vuelven rutina. Él no manejaba ni tenía carro, así que yo era quien lo llevaba de regreso y, casi siempre, terminábamos durmiendo en el mismo cuarto. Eso nos parecía normal, hasta gracioso, pero dentro de mí había algo más: él me gustaba mucho.
Mi amigo era guapo, aunque chaparrito, y siempre estaba detrás de las mujeres. Se ilusionaba fácil, coqueteaba mucho, pero no siempre terminaba bien. Una noche, en un bar, lo vi enojarse porque una chava solo lo calentó y no le dio entrada. Estaba borracho y frustrado. Yo, entre el relajo, le dije que ya nos fuéramos, y en el camino empezó todo: pequeños gestos, bromas y cercanía que, aunque él no lo notaba, a mí me volvían loco.
Ya en su casa, como siempre, me encargué de ayudarlo porque estaba demasiado tomado. En cada abrazo, en cada risa, yo sentía cómo se rompía esa línea entre la amistad y lo que yo en verdad deseaba. Entre jaloneos y sus palabras de cariño, me fue imposible no emocionarme. Esa noche hubo acercamientos que, aunque no sé si él los recordaría igual, para mí fueron intensos. La forma en que me abrazaba, cómo me buscaba en la cama, la manera en que se me quedaba encima o me hablaba entre sueños… todo eso me hizo sentir que algo estaba pasando, algo que yo siempre había querido.
Lo más raro fue que al día siguiente, cuando despertamos, él lo tomó con ligereza. Me dijo riendo que había soñado que cogíamos, como si todo hubiera quedado en un simple sueño de borracho. Yo, con el corazón todavía acelerado, solo seguí su juego. No quise arruinar la amistad ni evidenciar lo que yo sentía. Esa era la diferencia: para mí fue una experiencia única, un recuerdo imborrable; para él, parecía algo pasajero, incluso una broma.
Con el tiempo seguimos saliendo, tomando juntos, compartiendo fiestas y madrugadas. Había momentos en que me preguntaba cosas directas, como si quisiera confirmar algo de mí, y yo solo respondía a medias. Él era de esos amigos que te abrazan, que te dicen “te quiero mucho” cuando están borrachos, y aunque para cualquiera eso sería normal, yo lo recibía con un peso distinto, porque sabía que en mí había sentimientos más fuertes.Hoy, él ya tiene esposa y un hijo. Yo sigo recordando esa peda como una de las más intensas de mi vida. No sé si él lo recuerde igual, o si en verdad fue consciente de todo lo que pasó. Tal vez para él fue solo una noche más, un exceso de alcohol y calor del momento. Para mí, fue el instante en que mi deseo y mi amistad se cruzaron, y aunque nunca lo dije, aunque nunca lo confesé de frente, me quedó ese recuerdo grabado como un secreto que a veces duele y a veces me hace sonreír.
Entre mis tantas pedas, esa es la única que todavía me persigue en la memoria. No porque fuera la más loca ni la más divertida, sino porque fue la noche en que estuve más cerca de lo que siempre quise con él. Y aunque hoy la vida nos llevó por caminos diferentes, yo sigo pensando en aquel momento como un tesoro escondido en mi memoria, una mezcla de emoción, culpa y cariño que solo yo entiendo.









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